miércoles, 16 de marzo de 2011

Japón: ¿compromiso por cultura, por tradición o por convicción?

Sin palabras...

Los héroes de fukushima
El futuro de la central nuclear está en manos de 50 trabajadores voluntarios


Aunque muchos de ellos están heridos y todos saben que están arriesgando sus vidas, trabajan sin descanso inyectando agua a los reactores o reparando las instalaciones eléctricas para tratar de evitar un desastre mayor.

Son los héroes de Fukushima. Y quizás las primeras víctimas. Unas 50 personas luchan a contrarreloj en la dañada central nuclear para tratar de evitar un desastre de consecuencias imprevisibles. Pero todo parece apuntar cada vez más que se trata de una misión que no tendrá un final feliz.
El primer ministro, Naoto Kan, compareció en un overall azul y con expresión de cansancio elogiando a los trabajadores que combaten contra el infierno de Fukushima. “Tienen que tener la determinación de resolverlo”, dijo según la agencia de noticias Kyodo. La intervención suicida de los trabajadores de la planta, cuya identidad no ha trascendido todavía, la han ordenado las más altas instancias, pero los operarios que están realizando la tarea son voluntarios.
Desde que Kan emitiera una advertencia el martes, la situación ha seguido empeorando. Fukushima I se ha convertido en un cúmulo de chatarra de acero y restos de estructuras de edificios de los que emanan vapor y humo. Los “Fukushima 50”, según se los denomina, gatean por el laberinto de la instalación dañada. A muy poca distancia están las barras de combustible de un total de seis bloques, cuyos núcleos corren el riesgo de fusionarse o ya se han fusionado parcialmente.
Del gobierno nipón y la compañía atómica sólo trascienden pequeñas informaciones de lo que ocurre en la central. Sin embargo, en parte gracias a la interpretación de expertos, medios japoneses, The New York Times, The Guardian o también Le Figaro, entre otros, se ha logrado componer una imagen estremecedora.
Los empleados de la empresa Tepca llevan máscaras para respirar. Algunos incluso llevan sobre su espalda tubos de oxígeno. Sus trajes de protección y gorros especiales repelen las partículas radioactivas, aunque no la radiación invisible. Otros 750 trabajadores fueron puestos a salvo. Saben que los que se quedaron en Fukushima I están arriesgando su salud. Decenas están ya heridos, once de ellos a causa de una explosión de hidrógeno en el bloque 3.
Lo que hacen ahora no figura en ningún manual de instrucciones. Intentan con bombas de bomberos, que no están diseñadas para ese fin, inyectar grandes cantidades de agua marítima en los reactores. Desesperados luchan por mantener en funcionamiento instalaciones eléctricas o bombas o ponerlas en funcionamiento en caso de no estar operativas.
Otros dos bloques al borde de una catástrofe colosal podrían ser refrigerados todavía de este modo. Sin embargo, hay varios incendios activos. Los trabajadores no pueden extinguir el fuego y en algunos momentos se ven obligados a retirarse. Los planes del Ejército de sobrevolar los bloques 3 y 4 para enfriar las barras de combustible con agua y ácido bórico tuvieron que ser suspendidos. Las autoridades optaron como última vía por utilizar vehículos lanza agua.
La pregunta que se plantean muchos es por qué esas personas ponen en juego su vida. Seguramente influya el hecho de que en la educación japonesa se conceda gran valor al sacrificio del individuo por la comunidad. A todo ello podría sumarse un sentimiento desolidaridad en una planta de ese tipo. “Se desarrolla un sentido para la lealtad y el compañerismo cuando se entrena durante años junto con otros hombres y se hacen cambios de turno”, dijo un operario de una central norteamericana que lleva muchos años en la profesión al The New York Times.
Un hombre de la prefectura de Shimane, situada a cientos de kilómetros de Fukushima, incluso se presentó voluntario. El empleado de 59 años de un grupo eléctrico, que se jubilará en septiembre, dijo, de acuerdo con la agencia de noticias Jiji: “En este momento está cambiando la historia de la energía nuclear, justo cuando estoy a punto de retirarme de la profesión.”
¿Cuáles son las posibilidades de los “Fukushima 50”? Tras el accidente de Chernobyl murieron decenas de trabajadores que retiraban escombros y cascotes. El Ministerio de Sanidad nipón elevó los niveles máximos de radiación con los que se permite a los operarios trabajar de 100 a 250 milisievert.
El martes, las autoridades en Japón registraron varios cientos de milisievert en las instalaciones nucleares, después el valor aumentó incluso a 1 sievert (1000 milisievert), aunque después volvió a descender. Expertos en radiación aseguran que en caso de un accidente nuclear, los síntomas de la exposición a niveles de radiación de entre 1 y 6 sievert son náuseas, vómitos, fiebre y caída de pelo. Los trabajadores, por lo visto, se están turnando continuamente en las partes de la central con mayor radioactividad a fin de disminuir el grado de exposición.

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